Enrique Gran, "pintor surrealista inocente" se denominaba él mismo. En su casa había un caótico desorden de cuadros girados contra la pared. Podía pintar quince a la vez. "Así sé, cuando tengo éxito con uno, que ya puedo darle la vuelta al otro sin tener miedo de cargármelo o de no ser valiente con él. Entonces lo cojo y le meto unos espatulazos que lo dejo temblando".
El País. Miguel Mora, Luís Fernando Durán
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