Aquel lagarto de mis siete años no tenía escamas
Era un lagarto liso, pegado al asfalto como a mi mano
Un lagarto largo en mi mano chica
Con su cola colgando
i su cabeza danzante
en flecha tendida.
Aquel lagarto de mis siete años que me llevé a escondidas
y se me murió aplastado entre los lápices y la tinta.
Aquel lagarto corría esta tarde como aquel
El de los siete años
Era el mismo y no lo era
Era el otro, el de las habitaciones claras
y las noches prohibidas.
Ricard Vancells
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